DOI: https://doi.org/10.25058/20112742.n31.01
Juan Camilo Cajigas
jcajigas@ucdavis.edu
University of California, Davis, USA
Leonardo Montenegro Martínez
l.montenegro@revistatabularasa.org
Universidad Autónoma de Madrid, España
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Colombia
Santiago Martínez Medina
santiagommo@gmail.com / s.martinez65@uniandes.edu.co
Universidad Nacional de Colombia / Universidad de los Andes, Colombia
Acaso un nuevo contrato social sea necesario. Uno en el que la normatividad del derecho no esté desligada del valor intrínseco de la comunidad de los vivientes; uno en el que la pluralidad del lenguaje permita hacer perceptibles de manera diferencial tanto la voz como el grito; uno, en el que las diferentes duraciones del espacio-tiempo biológico no nieguen su radical coexistencia evolutiva. Acaso este nuevo contrato pueda conjurar el solipsismo somnoliento que tiene al homo sapiens –aquel voraz primate– al borde de su propia extinción. Posible extinción producida como resultado de la transformación de los ciclos biogeoquímicos del planeta, lo que a su vez ha venido a inaugurar la era geológica del Antropoceno. Tal vez todo esto sea algo que ni si quiera podamos controlar; un destino fatal como el de cualquier otra especie. Sin embargo, ¡Ecce homo! he aquí nuestra muy humana precariedad, potente precariedad.